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domingo, 8 de noviembre de 2009

Los intereses detrás

De acuerdo a estudios técnicos – explicó -, la obra de Garabí a cota 74 metros inundaría alrededor de 8.500 hectáreas al tiempo que la obra de Garabí a 82,5 metros inundaría algo menos de 28.600 hectáreas. ¿Para qué formular un nuevo proyecto si ya se sabe que no será aceptado por la población?.La respuesta se descompone en dos partes: siete millones de dólares extras en nuevos estudios sobre el mismo tema en el mismo lugar, y la posibilidad de adaptar la obra para unas turbinas específicas que se fabrican en el país.Hace unos pocos meses, el ingeniero brasilero Newton Brunelli ‑quien participó históricamente en el proyecto‑ obtuvo que empresas de su país interesadas en la obra, financiaran estudios por 500.000 dólares, para adaptar el proyecto de Garabí a cota 74 metros a los requerimientos legales brasileros, haciendo factible la obra por el sistema de Parceria Publico-Privada. Si medio millón de dólares son suficientes para que los brasileros avancen en la obra, siete millones parecen demasiados, sobre todo si son para hacer lo que ya está hecho.“Si uno lee la nómina de las autoridades actuales de Ebisa, reconoce profesionales con activa intervención en proyectos como Yacyretá, para el cual es ocioso reiterar su oportuno mote de “monumento a la corrupción” si no fuera porque con todo el dinero público invertido aún no funciona como se suponía; Salto Grande, que trabaja al veinte por ciento de su capacidad por errores de diseño; y la mismísima Comisión Mixta del Río Paraná (COMIP), única responsable del proyecto Corpus, para el que se han invertido decenas de millones de dólares en estudios y reiteraciones de estudios sobre lo mismo desde el año 1982. Siete millones de dólares son, entonces, la pequeña punta de iceberg de un grupo de consultores profesionales que buscan defender sus fuentes de trabajo”, aseguró. Esa es la primera parte de la respuesta. La segunda, más sencilla. Con un Garabí a cota 74 metros, no es posible la instalación de turbinas Kaplan. Para hacerlo, habría que elevar la cota a un mínimo de, sugestivamente, 82,5 metros, aunque eso signifique inundar 20.000 hectáreas más de las indispensables para generar casi la misma cantidad de energía eléctrica y hacer desaparecer casas, quintas y chacras que permiten la subsistencia de los menos pudientes.“Las turbinas son el corazón de una represa hidroeléctrica, y representan una porción sustancial del presupuesto que se destina a la obras. Si bien las turbinas Kaplan son fabricadas en muchos países del mundo, en la Argentina existe un único fabricante que, en caso de una licitación, se encuentra en condiciones inmejorables de ganar; no sólo porque tiene costos reducidos, sino también por sus estrechas relaciones con los actuales responsables de Garabí”, alertó el ex funcionario.“Es imposible pensar que un grupo de personas tan estrechamente ligados a Yacyretá, Salto Grande y Corpus, con todas las mañas de los viejos consultores de escribir y reescribir cien veces lo mismo durante años, que han sido criticados por el Banco Interamericano y el Banco Mundial, y que tienen una estrechísima relación con un solo fabricante de un insumo tan crítico como son las turbinas, puedan tener un criterio profesional serio e independiente. Nosotros logramos llevar el proyecto hasta la puerta misma de la licitación. Estaba todo listo para el avance final con los brasileros y convocar a la licitación”, dijo el ex funcionario.Para él, Garabí, en esas condiciones , “es un proyecto muerto, para alegría de algunos amigos ecologistas de la región. Claro, no habrá un acta de defunción con día y hora del fallecimiento, sino, simplemente, nuevos estudios de consultoras por siete millones de dólares” que ya trabajaron en Yacyretá y que ahora fueron desalojadas de allí.

fuente Misionesonline

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