La integración regional sudamericana está nuevamente a la orden
del día. Informada por las ideas y objetivos que conforman el
llamado “nuevo regionalismo latinoamericano”, denominado
“regionalismo abierto”, es decir, “un proceso de creciente
interdependencia económica en el ámbito regional, impulsado tanto
por acuerdos preferenciales de integración como por otras políticas en
un contexto de apertura y de ruptura de reglamentos, con el objetivo
de aumentar la competitividad de los países de la región” (Cepal, 1994),
llega a los años 2000 consolidando una estrategia de articulación de las
infraestructuras económicas de los sectores de transporte, energía y
comunicaciones. Esta estrategia va a ser llamada Iniciativa para la
Integración de Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA). Llama
la atención el protagonismo que el Brasil los sectores públicos y privados
han tenido en este proceso. El hecho político más reciente en este
sentido es la creación en 2007 de la Unión de las Naciones
Sudamericanas (Unasul), que reúne a los 12 países de la región.
A partir de los años 90, y a un ritmo más acelerado en los últimos
años, se acentuó la inserción de los países de la región en el contexto
global como exportadores de commodities. En el caso del Brasil, el actual
modelo de desarrollo ha provocado un relevante impacto sobre el
medio ambiente, fruto de la creciente demanda de recursos naturales.
Según un estudio reciente llevado a cabo por la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (Cepal), las Inversiones Externas
Directas (IED) en América del Sur se han concentrado, principalmente,
en el acceso a los recursos naturales disponibles en la región.
En el Brasil, las regiones norte y centro-oeste juegan un papel fundamental
en el actual modelo nacional de desarrollo. El complejo de
la minería y de los agro-negocios (incluidos los agro-combustibles),
está ahora en la primera fila de las transformaciones en curso, como
la ocupación y la exploración de las potencialidades del patrimonio
ambiental en estas regiones. Está también orientado a la oferta de
infraestructura de transporte y de generación de energía a ser reforzada
por el Plan de Aceleración del Crecimiento (PAC). Este Plan es parte
de una estrategia más amplia de las elites que orientan el proceso de
desarrollo y expansión económica brasileña, sea para regiones del
territorio nacional aún no integradas completamente al sistema
económico capitalista o en dirección a los países vecinos.
El nuevo Siglo trae de vuelta los grandes proyectos de
infraestructura del sector energía. En el Brasil, citaríamos las obras
de aprovechamiento vial e hidroeléctrico (AHE) del Rio Madeira, en
Rondônia, y la Usina Hidrelétrica de Belo Monte, en el río Xingu (en
Pará). También las inversiones en el sector nuclear, inclusive con la
ampliación del número de usinas nucleares (Angra III y otras). En
Argentina están en curso las negociaciones bilaterales entre Brasil y
Argentina para la construcción de la represa de Garabi, en el río
Uruguay. En Colombia, la Compañía Vale Rio Doce quiere construir
una usina con capacidad de generación de 1500 mega-watts (MW),
totalizando una inversión de aproximadamente 2,400 millones de
dólares estadounidenses, juntamente con una unidad de beneficio de
alúmina y un puerto para escurrir la producción generada.
Como resaltamos en otras ocasiones, de un modo general el debate
sobre la macro-estrategia de integración de las infraestructuras
nacionales y sus repercusiones en términos de sostenibilidad ambiental
y derechos humanos, son cuestiones poco analizadas con la
profundidad necesaria. Predominan visiones fragmentadas y muy
susceptibles a políticas clientelistas y asistenciales.
Desde nuestro punto de vista, entendemos que es necesarios
establecer puentes (redes) entre los diferentes esfuerzos de los sectores
democráticos y pluralistas en el ámbito de la sociedad civil regional
buscando: (i) comprender, en una escala más amplia, los procesos de
integración territorial, política y económica en curso; (ii) realizar y
movilizar análisis críticos del proceso de ampliación y conexión de
las infraestructuras económicas regionales de la perspectiva de
sostenibilidad social, ambiental y cultural; (iii) promover el
intercambio de conocimiento e informaciones en el Brasil y entre los
países sobre la gestión política y financiera de esta integración; (iv)
sensibilizar a los foros y redes existentes en los países y en las
articulación transfronterizas para que incidan de forma organizada
en los espacios de decisión sobre políticas y proyectos de integración
regional y en la creación de nuevos espacios de gobernabilidad (a
nivel nacional y sub-regional) efectivamente democráticos. Esto
incluye también el recientemente creado Parlamento del
MERCOSUR, instalado en la ciudad de Montevideo.
Un ejemplo de este esfuerzo en el ámbito nacional es la denominada
Plataforma BNDES, que agrupa un conjunto de entidades y
redes que, con diferentes abordajes y focos de incidencia, viene
actuando de forma articulada junto al Banco Nacional de Desarrollo
Económico y Social (BNDES) para que este de mayor transparencia
a los préstamos financieros que han realizado en el país y en las obras
en los países vecinos así como en otros continentes (Asia y África).
Ricardo Verdum
Asesor de Políticas Indígena y Socio-ambiental
del Instituto de Estudios Socio-económicos y
Miembro de la Coordinación de la Red Brasil sobre
Instituciones Financieras Multilaterales
Agradecemos a nuestro Amigo Gerardo I Solari por cedernos tan valioso material, y recomendamos a nuestros seguidores este Libro, que en proximos post daremos a conocer
No hay comentarios:
Publicar un comentario