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viernes, 10 de septiembre de 2010

UN PLEBISCITO CON FUERTE OLOR A PETRÓLEO

De nuevo vuelven a leerse opiniones que plantean la supuesta “necesidad” de convocar a un nuevo plebiscito para definir la construcción de las centrales de Garabí y Panambí, sobre el Alto Uruguay, ambas en sociedad con Brasil, una de ellas en Corrientes –muy cerca de Misiones-, y la otra ya totalmente en “La Tierra Colorada”.
La liviandad con la que suelen plantearse temas de gran importancia estratégica, muchas veces solo considerados desde la miope mira del cortoplacismo, cuando no de los intereses personales, o cuanto más, desde una simplificación rayana en la vulgar mediocridad; hacen necesario hacer las evaluaciones desde una óptica general, abarcando una visión integradora de los Grandes Intereses Nacionales, como también de los Grandes Intereses Provinciales.
Prácticamente todas las consideraciones estratégicas son evidentemente soslayadas o ni siquiera consideradas, por determinados fogoneros del “plebiscitarismo a ultranza”, postura que no casualmente tiene fuertes vinculaciones con cierto tipo de ecologismo retrógrado y cavernario, el mismo que evidentemente pretende atarnos al subdesarrollo crónico, bajo la falaz excusa de un conservacionismo a ultranza que siempre encuentra motivos para atacar con notable saña a cuanta actividad productiva les sea “indicada” por las centrales mundiales de las transnacionales de la ecología, las cuales no casualmente están orientadas y han sido creadas por Gran Bretaña y otras potencias del G 7.
Analicemos los aspectos básicos, que “olvidan” tanto los políticos del facilismo, como los militantes del fundamentalismo ecológico.
El neoliberalismo –sobre todo el impuesto en el “noventismo” del menemato y del delarruato, creó todas las condiciones para generar la actual muy severa crisis energética, la cual recién fue asumida en 2006, pero que ya era evidente antes de la crisis político - económica terminal de 2001/2002. Claro está que era sistemáticamente negada por los ”especialistas” energéticos del establishment, pero esa ya es otra historia.
El neoliberalismo –desde siempre fuertemente vinculado y fogoneado por las petroleras transnacionales anglosajonas- fue el que le impuso un fortísimo rol prácticamente excluyente a los hidrocarburos –gas natural y petróleo- a la Matriz Energética Argentina.
Para ello, con la permanente complicidad de los sectores ultraecologistas –por aquel entonces fogoneados y esponsoreados generosamente por la Secretaría de Medio Ambiente manejada por la nefasta “Marijú” Alsogaray y sus lacayos-; los factores del poder político económico se dedicaron sistemáticamente a anular toda posible competencia, que les restara así fuese una parte del muy apetecible mercado consumidor energético argentino.
No fueron entonces casualidades que se dedicaran a abortar de cuajo cuanto proyecto de generación hidroeléctrico o nuclear existía. Incluso prohijaron un absurdo proyecto de exportar toda la energía hidroeléctrica de Yacyretá, bajo el falaz argumento que “sobraba energía”, y llegaron a planificar la hidroeléctrica de Corpus a construirse únicamente para el mercado consumidor brasileño, siempre buscando proteger “las quintitas” de los generadores termoeléctricos –básicamente movidos a gas- que pululaban como hongos, mediante inversiones “privadas” impuestas bajo lesivas y leoninas condiciones perjudiciales para El Estado Nacional (cooptado por los personeros del neoliberalismo), y por ende perjudicial también para los consumidores y el pueblo argentino; verdadero convidado de piedra en todo ese festival de corruptelas energéticas, todo con la complicidad tácita paro clara del ultraecologismo.
Actualmente estamos casi al límite de las reservas conocidas de petróleo y gas natural, motivo por el cual si antes era importante hoy es imperativo reemplazar en la mayor medida posible, las centrales convencionales (termoeléctricas, que queman petróleo y/o gas), por otras tecnologías sustitutivas; en particular hidroeléctricas y nucleares.
Pero además del citado reemplazo de usinas termoeléctricas, se “está remontando la cuesta” de casi una década muy pobre en inversiones en nuevas usinas, y también deben preverse los incrementos de la demanda, en este caso tanto el vegetativo, como el resultante del fuerte crecimiento del PBI, y en especial del Sector Industrial.
Como mínimo deben preverse inversiones en nuevas usinas para cubrir la duplicación de la demanda eléctrica cada década, pues de lo contrario se corre el serio riesgo que el Sector Eléctrico pase a ser el “cuello de botella” que constriña el desarrollo socio económico, impidiendo el fuerte crecimiento del PBI (Producto Bruto Interno).
Para evitar las distorsiones técnicas y conceptuales, a las que son tan afectos los sectores del fundamentalismo ecológico, debe enfatizarse que las llamadas “nuevas fuentes de energía” (eólica, solar, geotérmica, Mareomotriz, micro centrales hídricas, etc.) adolecen de fuertes y hoy insalvables limitaciones técnicas –además de altísimos costos por KWh solo superables con fuertes subsidios, que apenas permiten sus participaciones marginales dentro del conjunto de la demanda. Posiblemente los biocombustibles sean hasta cierto punto la excepción, pero distan mucho de ser la gran solución alternativa.
Es decir que las alternativas reales para generar electricidad en grandes volúmenes, como los que precisa toda Argentina (y Misiones dentro de ella), son básicamente tres: termoeléctrica (quemando petróleo y gas que no nos sobra, y marginalmente carbón que tenemos pero con una modesta producción), nuclear e hidroeléctrica.
Por supuesto que el peor de los escenarios es no contar con Potencia Instalada ni Energía suficiente, con lo cual el penoso panorama de cortes rotativos en el servicio eléctrico, se volvería crónico; complicando todas las actividades socio económicas.
Tampoco será un buen escenario depender en forma alarmantemente creciente del consumo de petróleo y gas natural, que será la inevitable consecuencia de dilatar absurdamente –o peor aún impedir- las grandes usinas hidroeléctricas y nucleares que están hoy en los pasos previos inmediatos a sus construcciones.
En tal sentido, los “fogoneros de plebiscitos”, que están queriendo instrumentar otro falaz plebiscito –con toda la parafernalia de “terrorismo ecológico” ya volcada en la población desde hace más de una década y media-; en realidad pretender impedir –al “como sea”- las muy importantes usinas hidroeléctricas de propósitos múltiples de Garabí, Panambí y Corpus; con lo cual pasan a ser funcionales peones al servicio de los lobbies que nos quieren mantener atados a la dependencia nocivamente acentuada, de los intereses petroleros y gasíferos, con todos los negocios vinculados al tema (importadores y fabricantes de usinas y sus constantes flujos de repuestos, transporte de combustibles, etc.).
Por ello, cabe afirmar que el nuevo golpe a los intereses nacionales y provinciales, que pretende montarse bajo la forma de un procedimiento engañosamente participativo, es en realidad UN PLEBISCTITO CON FUERTE OLOR A PETRÓLEO.
En otros artículos volveré a analizar (ya lo hice antes en múltiples artículos y varios libros) los disparates y tergiversaciones, con los que pretenden desacreditar ante el común de la gente, a las usinas hidroeléctricas, y me referiré a las limitaciones de las mal llamadas “nuevas fuentes de energía”.

C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Investigador de temas económicos y geopolíticos
Ex Investigador y Docente = Facultad de Ciencias Económicas = UNaM
Especialista en Gestión de la Producción y Ambiente – Fac. de Ing. = UNaM
Tesista de la Maestría en Gestión de la Energía = UNLa – CNEA
Docente de Economía – Esc. Normal 10 – Nivel Terciario
Docente de la Diplomatura en Geopolítica – Inst. Combate de Mbororé

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