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jueves, 3 de diciembre de 2009

NEA: proponen alternativa a la represa Garabí

Esta obra propuesta por la Secretaria de Energía de la Nación como solución para las carencias energéticas es un disparate.

El Río Uruguay no va a solucionar la emergencia eléctrica, ni la falta de agua potable para el NEA o la Mesopotamia, (por el contrario) va a debilitar el caudal del agua que llega a la Central hidroeléctrica “Salto Grande”, y tendrá efectos negativos para otros actividades como el turismo, o la navegación.

Según los datos de la Secretaria de Hidráulica de la Nación, el caudal del Río Uruguay se ha mantenido más o menos constante aguas arriba en los últimos cincuenta años, pero lo que ha aumentado es el número de extracciones que se utilizan para la producción agrícola, y esta realidad nos indica que su promedio anual es reducido, con el agravante de que es un caudal inestable por largos periodos.

Lo que se vislumbra con el dique de Garabí es su poca confiabilidad para ser utilizado como presa generadora eléctrica, o reservorio de agua para los asentamientos humanos que están río abajo, o eventualmente un suministro sostenido de caudal para el funcionamiento de la Central Hidroeléctrica “Salto Grande”, y la amenaza del estancamiento del agua, focos de reproducción de vectores, y un aumento de enfermedades hídricas.

El esquema básico prevé que el 85 % de los fondos para las Obras provienen de “Eletrobrás”, Brasil, y en consecuencia el 85% de la energía la va a disponer el financista, Brasil.

Pero también habrá un complicado esquema para compatibilizar las maniobras de dos Sistema Eléctricos Interconectados. Brasil y Argentina tienen diferente legislación energética.

La pregunta es: Si Brasil tiene los recursos para construir una presa hidroeléctrica porque no la desarrolla en su territorio.

La respuesta sencilla: Brasil en Sudamérica es el equivalente de Estados Unidos en el mundo, no va marchar contra sus intereses por más aliados y hermandad que se pregone.

Lo que vamos a conseguir con el nuevo dique de Garabí, es la inundación de una porción del territorio, -se especula con arriba de 32.000 hectáreas- sobre un total de 80.000. Y además se sumergirán 8 pequeñas poblaciones.

Asi, se vislumbra una central hidráulica inútil. La fundamentación de que “contribuirá a paliar el déficit energético”, es un espejismo que mostrará la realidad cuando se negocie el tratado binacional con Brasil que la va a financiar, y establecerá, -como es de práctica-, que la venta total de la energía hasta que se amortice el costo, pertenece al dueño del capital

Para un país como el nuestro que demanda solo para crecimiento vegetativo 1.000 MVA anuales, esperar cinco años para recibir el 15% de los 3.000 MW que porducirá la represa, y no se sabe cuantos años para que se amortice, no supone ningún plan con futuro razonable.

Los gobernadores, intendentes y las organizaciones empresarias de la región suponen que la obra dejará grandes beneficios, pero van a sufrir el realismo de la ley argentina, y naturalmente también de la brasilera, que no prevé entregar energía y obras al costo de promoción, y deberán olvidarse del anhelo de tener injerencia en el manejo y en el precio de la energía. Eso está instrumentado por la ley Nº 24065, el Marco Regulatorio Electro Energético, la Secretaria de Energía de la Nación, y por CAMMESA.

Pero además, se observa, sin ser un experto en geopolítica, que con esta obra pasamos a tener alguna dependencia del socio Brasil.

Por simple comparación con “Yacyretá” conocemos que el director ejecutivo de la construcción y operación será brasilero, país que se asume como el gestor-financista.

Esperamos que nuestros legisladores nacionales, (y los de la Comisión de Energía) observando la experiencia del Tratado de “Yacyreta”, estudien que pasará con respecto a la operación y manejo de los recursos energéticos e hídricos, la utilización de nuestra red energética, la generación y la producción de energía, (Argentina genera a 50 Hz, Brasil genera a 60 Hz), y que sucederá con la compatibilización de las legislación energética de los dos países, y la disposición del fluido eléctrico y del agua.

Conocemos por la experiencia de la construcción de las dos binacionales “Yacyreta” y “Salto Grande”, que quien suministra los fondos y el capital de la obra también maneja los empleos, la utilización de la energía y los beneficios accesorios, hasta que se amortice el total la obra, a partir de la cual los socios se reparten el 50% de la energía cada uno.

A diferencia de Yacyretá que es manejada por Argentina, con “Garabí la situación se invierte”, y debe ser observada con cuidado, pasamos a ser dependientes del socio capitalista

Debemos plantearnos entonces que necesita nuestro país como primera prioridad y sobre todo el NEA para superar la emergencia energética, (que hoy castiga más al postergado norte que al centro y sur del país), y seguidamente, cómo independizarnos de las presiones de los países limítrofes con los que compartimos las más grandes hidroeléctricas, pero con una visión estratégica, geopolítica realista.

Sugiero que la energía renovable del agua se manifieste en la fuerza de la hidroelectricidad captada del Río Paraná, con el objetivo que el potencial industrial del país deje de depender mayoritariamente de recursos no renovables como el petróleo y el gas.

El país cuenta con esta alternativa que nos brinda el agua del río Paraná con un caudal y modulo de 15000 m3/seg.

Además dispone de la infraestructura de las líneas de alta tensión de 500 Kv necesarias para vincularla con todas las generadoras de energía eléctrica y al Sistema Interconectado Nacional.
Se devalúa una central hidráulica si se la proyecta sobre un río como el Uruguay, con bajo e irregular caudal, que además bloquea el curso del agua con un dique, y que inunda grandes porciones del territorio

Pequeñas centrales sumergidas o de cabezal cero


Profesionales y especialistas argentinos reclaman otra propuesta, algo distinto, aquello que se daba como un hecho en la década de los 90, el “Paraná Medio”, que si se hubiera convertido en realidad hoy no estaríamos en emergencia, por el contrario, seriamos exportadores de energía.
Porqué entonces, en su remplazo, no articular la solución sobre el Río Paraná y en territorio argentino.
Se debe intentar otra alternativa, por ejemplo; turbinas sumergidas o de cabezal cero, con el objetivo de montarlas exclusivamente sobre costas y territorios argentinos. Esto incidiría en la baja del costo del Kw/h, generaría empleos genuinos para las provincias de Corrientes Chaco y norte de Santa Fe, nos desvincularían de países limítrofes, con el valor agregado de evitar conflictos ambientales propios de los diques.
La necesidad nos obliga a seguir tratando de paliar la emergencia energética con centrales térmicas, principalmente por falta de una planificación distinta orientada a captar un nuevo modelo energético como respuesta para un país sin objetivos estratégicos, La hidroenergía es un recurso potencial limpio, abundante, y a nuestro alcance todavía no utilizado masivamente, que podría alcanzar elevadas cifras de generación sin crearnos complicaciones como lo que sucede con Paraguay, que se opone a elevar la cota de “Yacyretá”, Una Hidráulica terminada hace 10 años, y que debería sin más retraso llevarse a cota 83, y a plena producción.
Existe una posibilidad a estudiar: Esta en vías de concretarse la construcción del nuevo puente Lavalle (Corrientes)-Reconquista (Santa Fe), de 50 km. de largo, cuyo proyecto ejecutivo esta terminado, incluido los estudios de hidrología, impacto ambiental, y fundaciones, no es utópico pensar que se puede insertar en su estructura una turbina, e iniciar una alternativa, en escala reducida, de algo parecido al proyecto del “Paraná Medio”.
Será que alguna vez razonablemente pensemos en cambiar la dependencia del gas por la hidroenergía, como respuesta al clamor que exige energías alternativas renovables, pero también económica y con tecnología desarrollada y probada para de una vez salir de la emergencia.


Héctor Rodríguez Salas
Profesor en la Facultad de Ingeniería de la UNNE
30 de noviembre de 2009